jueves, 10 de julio de 2008

LA VUELTA

De todas las vueltas que suelo dar la que mas adoro es la vuelta a mi pueblo. Es como entrar en un paréntesis del torbellino cotidiano. Admito que me hace bien, de pronto me encuentro en eje, respiro, me calmo y por que no, me siento feliz. Puedo tomar esa distancia de mi esfuerzo y encontrar que esta todo bien, que ya tengo todo lo que necesito.
Esta bueno porque en medio de esa extrema simpleza siempre aparece el canto del pájaro interno que se me esconde en la ciudad. Y soy feliz porque me vuelvo a encontrar.

Me pregunto si todos tendrán también un espacio entre real y mágico al cual retornar. Me gustaría que me cuenten. A lo mejor esta a la vuelta de este dpto.

3 comentarios:

Ana Belén dijo...

Mi vuelta la conocés, me has visto en vivo y en directo. Es la vuelta que más espero en este momento, la de volver a los escenarios, la de las prácticas eternas, la de las risas eufóricas.
Quiero volver a bailar! Me equivoqué en dejar, pero como todo, de los errores se aprende.
Es más, creo que tengo un postgrado en equivocaciones, puedo dar cátedra da lo que sea!
Abiertas las inscripciones ciclo lectivo 2009.
Besotes Agus!

Anónimo dijo...

Creo que conoces mi vuelta... Aunque giro y giro sin regresar ni anvanzar... Existe, eso creo, una estacion de trenes en mi pueblo que se convierte en una biblioteca diferente, con encuentros y desencuentros tan reales que me atemoriza tal fantasia... Existe una casa de barrio con una ventana con mirada de larga espera, que ciertos aromas la rozan y despiertan la memoria y se producen recreaciones y creaciones, descubrimientos... Existe un patio, tan grande y tan pequeño, donde juega el tiempo con el absurdo, donde no hay lugar para el absoluto... Hay un techo de chapa, que me invita en ocasos de estio, beber la dulce y significativa sangre del horizonte... Hay calles , angostas y de arena, que me llevan y me traen, sin carteles, sin sombras, sin paraguas, sin para que ni por que... Hay voces, sonidos, aromas; sitios invisibles que uno disfruta desde el banco de la plaza de un pequeño pueblo con grandes historias sin contarse... Hay un cementerio con vista a un campo sembrado de girasoles, hay un cuerpo que desaparecio, hay una voz que descansa, una luz refulgente que voltea cruces, un susurro dulce y melancolico que se pasea por mi pecho, hay un banco de cemento y una bomba de agua, flores muertas, cierto que no hay nadie con vida alli, cuanto siento estar muerto voy alli y realmente es un alivio y me siento feliz cuando me doy cuenta de ello, pues estoy listo para resucitar...

Anónimo dijo...

Cada vez que estoy en Mar del Plata, sea en el lugar que sea pero si es cerca del mar mejor, siento que me encuentro y que estoy en paz, se abre un paréntesis tambien, es como un momento de nada pero de muchas sensaciones lindas. Es mágico. Es único, cuando miro el mar y respiro ese aire.

Lauri Gon.